Una vez aprendidos los hábitos de conteo en el parvulario una día fui sorprendido por una experiencia altamente gratificante. Empecé a contar en mi mente. El primer número era uno,
después dos, tres, cuatro, cinco… 124, 125, 126 … 998, 999, 1000, 1001… El algoritmo era sencillo y cuando estaba suficientemente aburrido pensé “y qué pasa si añado un dígito cualquiera cada vez?”
Pongamos por caso que entonces iba sucediendo:
645, 6453, 64534, 645342, 6453421,…,6453421767343843948343343920784729764532578 …
El número iba creciendo y creciendo. Lo podía visualizar enrollándose en mi cabeza. Podía incluso sentir mis neuronas hirviendo en lo que podría ser un éxtasi computacional: un dígito más, y otro… Mi estado: realmente sorprendido porque era consciente de que mi cerebro era una entidad finita, ocupaba un espacio limitado. Pero realmente podía sentir ese número en mi cabeza y éste seguía creciendo.
Al final no podía recordar cuáles eran los dígitos iniciales, pero podía sentir dicho número abarcando el infinito. Sentí fuego en mi cabeza, noté millones de flechas intentando quebrar mi cerebro y al final los escalofríos me sacudieron como relámpagos centelleantes.
Sintiendo lo eterno en mi finito cuerpo. Percibí el Universo entero fluyendo a través de mi. Mi familia, mis amigos y mis enemigos
pasaron a formar parte de mi ser. La felicidad y la pena de todas las criaturas también fue mía.
El Universo entero convergió en un punto minúsculo y un microscópico espacio contenía la
totalidad.
[La palabra ‘Yoga’ significa ‘Unión’]